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El pirata de la nevera

E

  Tengo una nevera en mi habitación. Es tan grande como la refrigeradora que tenemos abajo, en la cocina. Duermo al lado de una heladera porque guardo en ella ciertas cosas esenciales para pasar la noche sin sobresaltos. En la refrigeradora de mi dormitorio hay helados, frutas, gelatinas y bebidas. Cuando digo helados, quiero decir pequeños helados en cono o barquillo coronados por una bola...

No les pido nada a los dioses

N

  Conocí la nieve no en la ciudad en que nací, donde nunca llueve ni cae nieve, donde las siluetas y los contornos de la gente se difuminan en medio de una niebla espesa, sino en la capital del país de las libertades, del gran sueño americano, donde viví unos años, persiguiendo a una mujer de belleza hechicera y, en particular, al sueño elusivo de ser un escritor. Desde mi estudio en el...

El peso de mi alma

E

  La otra tarde, desnudo en el baño, antes de meterme en la ducha, cometí el error de subirme a la balanza, una decisión intrépida, perfectamente desusada en mí, que me resultó cara. Pensé que seguiría pesando unos cien kilos redondos, el peso récord que había marcado en los años recientes, cuando ya era gordo, un sobrepeso que comenzó lenta y consistentemente hace veinte años, tras cumplir...

Una mariposa en la nieve

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  Me gustaría viajar a Córdoba, Argentina, para decirle a un joven residente en esa ciudad, estudiante de aviación, que no puedo dejar de pensar en él, que contrariando a la razón y la prudencia estoy enamorándome de él, pero sé que no debo hacerlo porque a él no le gustan los hombres, o yo intuyo que no le gustan, pues en las fotos jactanciosas que sube a las redes sociales está siempre...

Mi madre quiere dar un golpe

M

  Mi madre quiere dar un golpe de Estado. Dice que la presidenta de la república, Tina Duarte, es una comunista encubierta. Afirma que la presidenta obedece las órdenes que le dictan por teléfono el jefe de su partido, Amir Terrón, un comunista ortodoxo educado en La Habana, y el embajador cubano Cayo Alzamora, a quien mi madre llama El Gallo. Le he preguntado a mi madre si conoce a la...

Ahora sé que no soy un hombre de éxito

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  Ya casi nadie queda en pie. La televisora en que trabajo parece un cementerio sin lápidas, un camposanto con cámaras y reflectores. Casi todos han sido despedidos, expulsados, despachados a sus casas. Quedamos unos pocos que recordamos a los caídos en acción. Es infrecuente ver en los pasillos deshabitados del canal a un alma viva, un individuo caminando con aire apesadumbrado, como si...

A veces creo que mi esposa ya no me ama

A

  A pesar de que la amo, a pesar de que la amo más de lo que ella me ama en sus días mejores, no estoy en condiciones físicas, cognitivas, sentimentales ni morales de hacer el amor con mi esposa todos los días del año. Pronto cumpliré sesenta años. El tiempo ha minado viciosamente mis reservas eróticas. Dármelas de macho lujurioso podría costarme la vida. No quisiera enfriarme de súbito...

Nunca más vuelvo a un concierto

N

    Ofrezco como pruebas de amor a mi esposa los conciertos a los que ella me ha llevado, o me ha arrastrado, muy a mi pesar, jalándome suavemente como si fuera su mascota, prometiéndome caricias, mimos y engreimientos si me portaba bien. El primero de ellos, un recital de Justin Bieber, tuvo lugar Los Ángeles, ciudad en la que nos encontrábamos de paso. Aunque mi esposa se confesaba...

La vida de los otros

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  Cuarenta años después, he regresado a Berlín. Tenía diecinueve años cuando la visité por primera vez, invitado por el gobierno alemán, cuya sede estaba entonces en Bonn, una ciudad que más parecía un pueblo de burócratas imperturbables. Todavía no alcanzo a comprender por qué los alemanes perdieron su tiempo y su dinero invitándome a su país, como si yo fuera un hombre importante. No lo...

Cuando quería morir joven

C

    En Londres están una sobrina, una ahijada, un primo hermano y los huesos de mis antepasados. En los próximos días visitaré los cementerios donde yacen estos últimos y, si hay suerte, conversaré con ellos. Mis antepasados huyeron de las guerras, de las deudas, de las mujeres que dejaron embarazadas, del honor y las reputaciones. Yo he sabido preservar ese legado. Soy aun peor que...

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