AutorJaime Bayly

Atea y cleptómana

A

    La tía Inés enviudó hace dos años o poco más. A su esposo Juvenal le dio un infarto, mientras fornicaba en un hotel con una prostituta de lujo. La noticia salió en los periódicos, en las páginas policiales. El chisme era demasiado bueno y se esparció deprisa, era inevitable. La pobre tía Inés quedó desolada. Ya era una mujer mayor, tenía sesenta y ocho años. Había dedicado toda su vida a...

Las cosas se arreglan cantando

L

El vuelo de Miami a Nassau dura cuarenta minutos, tiempo suficiente para que el escritor Barclays lea los periódicos en papel y coma un plátano. Su esposa Silvia, también escritora, se anuda en una crisis de nervios porque cree que el avión, en medio de una tormenta, va a precipitarse al mar. Barclays ha volado tantas veces sobre el Caribe que ya no se agita demasiado con las turbulencias. Los...

Un hombre es un archipiélago

U

    En vísperas de partir con su familia a Bahamas, el escritor itinerante Barclays, halagado por el éxito de ventas de su más reciente novela, se dice a sí mismo que merece unas vacaciones. ¿Las merece realmente, o es complaciente consigo mismo? Un hombre que duerme doce horas diarias acaso no merece unas vacaciones, piensa el escritor trotamundos, porque, si duerme la mitad del día...

Los feos y los brutos

L

-¡Déjalo en paz! -le grita Zoe Barclays a una mujer que se acerca a su padre y le pide una foto. Barclays ama a su hija Zoe por mandar al carajo a esa mujer, quien no se da por aludida y, tras hacerse fotos con el escritor, le dice: -Ahora unas fotos con mis alumnos, por favor. Unos niños en uniforme rodean a Barclays, al tiempo que la mujer, que es la profesora o la guía, hace más fotos. Luego...

La esposa alcohólica

L

La crisis se originó hace pocos días, en la ciudad del polvo y la niebla: mi esposa salió de casa a mediodía, anunciando que almorzaría con su hermano, y regresó a medianoche, masivamente alcoholizada, tanto que su rostro era una mueca y sus palabras un galimatías. Por lo visto, el almuerzo duró doce horas: seis en un restaurante de pescados y seis más en un restaurante oriental. No sé lo que...

Pensé que ya nadie me leía

P

    Al llegar de noche a la ciudad del polvo y la niebla, un tripulante de la aerolínea anuncia por el altavoz, en tono risueño, como si nos diera una buena noticia, que bajaremos por una escalera a la antigua, cargando a regañadientes nuestros bultos, y abordaremos un autobús, donde cada curva nos hará bailar una cumbia sin música de fondo: bienvenidos al caos. Enseguida, al bajar del...

Mientras los dioses dormían la siesta

M

      Quiso el azar, o quisieron mis padres, que yo naciera, mientras los dioses dormían la siesta, en la ciudad del polvo y la niebla, a orillas de un mar helado. Levemente envanecidos por el suceso, mi padre y su padre, que llevaban el mismo nombre, estuvieron de acuerdo, como si me impusieran una bendición o un augurio dichoso, que dicho nombre, ya dos veces fatigado en la...

Insolvente

I

Un periódico de derechas rancias, espesas, conservadoras, o sea un periódico que me ve con ojeriza, ha publicado un titular tremebundo que dice: “Jaime Bayly en la insolvencia”. En cuarenta años de vida pública, me han dicho de todo: pervertido, degenerado, drogadicto, invertido, sicario, mercenario, traidor a la patria, fascista, agente de la CIA, falso gay. Últimamente me han dicho: ballena...

Mi imperio está en ruinas

M

Esta semana he inaugurado un canal personal de YouTube que lleva mi nombre. Me entusiasma la idea de grabar un video más o menos breve, no más de quince minutos, todas las tardes, en la sala de mi casa o, si estoy viajando, en la suite de un hotel. Mi esposa compró la cámara, el trípode, las luces, los micrófonos y, junto con unos editores virtuosos, hizo posible el sueño. No me hace ilusión...

La rebelión moral de los insectos

L

Un sábado por la noche es improbable conseguir una mesa libre en el restaurante uruguayo de la isla en que vivimos, a menos que tengas una reserva: se come tan rico que suele estar lleno de bote a bote, tanto en la terraza como en el salón, y los comensales se agasajan con carnes, pastas, pizzas y empanadas. Dado que soy un hombre predecible de rutinas fijas, aquel sábado, como todos los sábados...

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