Mi esposa Silvia, nuestra hija Zoe de casi cinco años y yo, que parecía el abuelo de Zoe, llegamos a la fiesta de fin de año en un hotel cercano a casa. Me encontraba de mal humor porque la camisa me ajustaba la barriga y parecía a punto de estallar, y cada entrada me había costado trescientos dólares, lo que había hecho un agujero en mis bolsillos, ¡casi mil dólares por ir a una fiesta! Apenas...
Feliz año huevo
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