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¿Dónde diablos está mi reloj?

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Cuando cumplió cincuenta años, Barclays ofreció una cena en su casa en Miami para su familia más íntima. Sus dos hijas mayores se negaron a asistir. A pesar de que recibían dineros de él, preferían no verlo. Cuatro de sus hermanos también se negaron a acompañarlo. Estaban peleados con él por cosas de dinero. Hicieron causa común contra él. A la cena familiar solo asistieron la madre de Barclays...

Coitus interruptus

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Barclays y su esposa están haciendo el amor en vísperas de que ella cumpla años. Es una manera anticipada de celebrar el aniversario. Barclays se considera un amante delicado, servicial. Cree que está complaciendo a su esposa. De pronto, ella se queda dormida y empieza a roncar. Sorprendido, Barclays intenta despertarla, continuando sus embates, redoblando sus arremetidas, procurando poseerla con...

Un torero en Tokio

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La ventaja de vivir en Miami es que sale el sol casi todos los días y nunca hace frío realmente. La desventaja es que siempre hay alguien de paso que quiere vernos. Uno se muda a Miami para alejarse de la familia, pero acaba viéndola más a menudo que si se hubiera quedado en su país de origen. Me mudé a Miami hace muchos años. Escapaba de dos tiranos: un dictador familiar, mi padre, y un déspota...

La fiesta imaginaria

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En dos años, cuando cumpla sesenta, daré una pequeña fiesta, piensa Barclays. Luego se pregunta: ¿a quiénes invitaría a esa fiesta? ¿Y en qué ciudad tendría lugar el evento? La respuesta le resulta inquietante: no tengo suficientes amigos para dar una fiesta. Salvo un puñado, no me quedan amigos. He perdido a casi todos. ¿Será que los pierdo porque son pérfidos y desleales? ¿O más probablemente...

Mientras la vida parezca eterna

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Por fin ha llegado el frío, pero solo uno leve y amigable, a la isla donde viven Barclays, su esposa y su hija. Es un otoño camuflado, apenas perceptible, de temperaturas agradables: cede el calor opresivo, cesan las lluvias copiosas, se interrumpen los huracanes y las tormentas y los Barclays visten sus ropas de invierno. El otoño y el invierno en la isla son las estaciones mejores ciertamente...

Los mantenidos

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La octogenaria señora Dorita Lerner viuda de Barclays, madre del escritor itinerante Jimmy Barclays, ha enfermado de coronavirus. -Malditos chinos -dice, hablando por teléfono con su hijo Jimmy-. Creen que van a matarme. Pero no podrán conmigo. No es que Dorita Lerner sea racista. De hecho, tiene amigos chinos. Los dueños de la tienda gourmet donde compra exquisiteces, los Wu, son chinos y son...

La viuda alegre

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Aliviada porque su marido de toda la vida estaba muerto, por fin muerto, la señora Josefina se retiró de la funeraria con una urna de cristal que contenía los despojos cenicientos de su difunto esposo Joselito. No había cumplido la voluntad de Joselito, quien le había dicho en numerosas ocasiones: -Si yo me voy primero, me entierras en el cementerio, al lado de las tumbas de mis padres y mis...

La pregunta prohibida

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Periodista famoso, escritor de segunda división, Barclays lleva casi cuarenta años haciendo entrevistas en televisión. Ha hecho centenares de entrevistas en Miami y Buenos Aires, en Lima y Bogotá, en Santiago, Guayaquil y Santo Domingo. Las entrevistas que recuerda con más cariño no son las que hizo a tantos políticos en el poder, o aspirantes al poder, o caídos en desgracia, sino aquellas que...

Los amores improbables

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  Un viejo amigo de los tiempos de la universidad, a quien no veo hace años, me escribe un correo muy cariñoso y me pide dinero. No es desusado que alguien me pida dinero prestado o donado. Ocurre con cierta frecuencia. Por lo general, se trata de espectadores de mi programa de televisión, o de lectores de mis libros y mis columnas. Son, pues, personas que no conozco, aunque ellas me conocen...

Mi hermana bailando en las nubes

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Estos días mi hermana mayor estaría cumpliendo sesenta años. No alcanzó a cumplirlos. Un trágico accidente la emboscó meses antes de llegar a los sesenta. Le habíamos sugerido que no montase en bicicleta a orillas de aquella autopista tan peligrosa, sin senda de ciclistas, por la que pasaban buses y camiones a alta velocidad. No nos hizo caso. Era una rebelde. Se sentía protegida por Dios...

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