Ofrezco como pruebas de amor a mi esposa los conciertos a los que ella me ha llevado, o me ha arrastrado, muy a mi pesar, jalándome suavemente como si fuera su mascota, prometiéndome caricias, mimos y engreimientos si me portaba bien. El primero de ellos, un recital de Justin Bieber, tuvo lugar Los Ángeles, ciudad en la que nos encontrábamos de paso. Aunque mi esposa se confesaba...
La vida de los otros
Cuarenta años después, he regresado a Berlín. Tenía diecinueve años cuando la visité por primera vez, invitado por el gobierno alemán, cuya sede estaba entonces en Bonn, una ciudad que más parecía un pueblo de burócratas imperturbables. Todavía no alcanzo a comprender por qué los alemanes perdieron su tiempo y su dinero invitándome a su país, como si yo fuera un hombre importante. No lo...
Cuando quería morir joven
En Londres están una sobrina, una ahijada, un primo hermano y los huesos de mis antepasados. En los próximos días visitaré los cementerios donde yacen estos últimos y, si hay suerte, conversaré con ellos. Mis antepasados huyeron de las guerras, de las deudas, de las mujeres que dejaron embarazadas, del honor y las reputaciones. Yo he sabido preservar ese legado. Soy aun peor que...
No me despierten antes del mediodía
Debo de ser el hombre más perezoso del mundo, piensa Barclays, sin un átomo de culpa, orgulloso de sí mismo. Un día tranquilo y feliz comienza para Barclays a las dos de la tarde, hora en que despierta a regañadientes, se despoja de su ropa para dormir (numerosas prendas de cachemira y zapatos negros, pues duerme con medias gruesas y zapatos), se viste siempre de azul y baja a la...
Me rendí
Debería estar presentándome en la feria del libro de una ciudad lejana, exhibiéndome en ella, firmando ejemplares de mis novelas, fingiendo entusiasmo, pero estoy en casa, en la isla, en pijama, a seis horas en avión de aquella ciudad distante, melancólica. Debería estar aliviado por no haber viajado a medianoche. No lo estoy. Me torturan la culpa y el remordimiento por no...
Todos los semáforos en rojo
Recién llegado desde Madrid, Barclays le dijo a su esposa que estaba cansado de viajar tanto y necesitaba al menos tres semanas tranquilas, en casa, sin padecer las colas de los aeropuertos ni subirse a unos aviones donde probablemente se contaminaría de alguna infección respiratoria que lo dejaría diezmado y tosiendo. Ha pasado apenas una semana de las tres que Barclays se...
El barrio rojo
El conserje del hotel en Ámsterdam, David, todo un caballero, nos sugirió que visitásemos el barrio rojo por la tarde y no por la noche: -Hay mucha gente de noche y es peligroso -dijo. Le pregunté si al final de la tarde habría ya algunas prostitutas exhibiéndose detrás de los cristales, apenas iluminadas por unas luces rojizas. Nos aseguró que algunas comenzaban a trabajar a las...
Todas las patrias
A punto estuvimos de perder el vuelo a Madrid. Era el 4 de julio, día de la independencia, y los patriotas, tan impacientes por salir de casa para vociferar su nacionalismo, tan recios para soportar sin quejarse un calor de cuarenta grados centígrados, tan necios para vestirse con la bandera patria, se confabularon en un desfile a mediodía, cuando el asfalto ardía. Peores que...
El inútil de la familia
De pronto Barclays se siente atacado por una suma de infortunios que, a sus ojos, constituyen una crisis: el editor de su programa de televisión se va de vacaciones a Cancún (y no hay otro editor en el canal que pueda sustituirlo, porque simplemente no hay otro editor en el canal); la empleada doméstica viaja una semana a descansar con su madre en Punta Cana (a descansar no tanto de...
No soy tan esnob
Después de pasar el día en la playa, leyendo poesía, bebiendo champaña, atendida por los camareros de un hotel cercano a su casa, Silvia Barclays dejó unas propinas generosas y se retiró manejando su camioneta azul de fabricación alemana, seis años de uso, treinta mil millas recorridas. Al acercarse a la avenida principal, se distrajo, desvió la mirada a su celular, comenzó a...