Barclays ha publicado una novela, “Los genios”, sobre la pelea entre Vargas Llosa y García Márquez, después de cinco años sin publicar novelas. La escribió durante la pandemia, aunque llevaba tramándola muchos años. Está modestamente orgulloso de su novela. Espera con pavor e impaciencia el veredicto de la crítica. Le encantaría que algún crítico escribiera que es una gran novela, pero es harto improbable que ello ocurra.

La primera crítica salió en El Cultural, suplemento literario del diario El Español. El articulista, a quien Barclays no conoce, afirmó: “Es un escritor de talento, redacta bien y conduce el hilo narrativo con buen ritmo”. Ególatra insoportable, Barclays pensó: Lástima que no se animó a decir: “un escritor de gran talento”. Más adelante, el crítico apuntó que Barclays “posee una viva inteligencia y un irreprimible sentido del humor”. Barclays desplegó sus plumas coloridas y exuberantes de pavo real y pensó: ¡Qué lindo eso de la viva inteligencia, qué crítico tan perspicaz!

Luego apareció una reseña en el diario El Comercio de Lima. Sin embargo, el crítico, un escritor de talento, o de gran talento y viva inteligencia, es amigo de Barclays y ambos cenaron recientemente en Madrid. Por consiguiente, los enemigos de Barclays pueden alegar que su crítica es subjetiva o parcializada porque el crítico y el novelista son amigos, como fueron amigos sus padres, El Gaucho y El Cojo. El articulista escribió sobre la ficción de Barclays: “Una novela apasionada, atrevida, que se disfruta de principio a fin”. Barclays se emocionó de veras y lloró discretamente de felicidad, porque admira a ese amigo escritor. Enseguida, narcisista insufrible, pensó: ¡Qué lindo hubiera quedado “apasionada y apasionante”, joder! Es que Barclays, tan odioso en la admiración a sí mismo, siempre piensa que merece un elogio más, un piropo más.

Pocos días después, un crítico literario de prestigio publicó otra reseña de la novela de Barclays en el diario El Comercio. Si bien Barclays no conoce a ese crítico, lo respeta, pues le parece que escribe muy bien. Es decir que, leyendo sus críticas, incluso aquellas en las que ha puesto a parir a Barclays, el crítico ha revelado que posee una prosa musical, luminosa. El crítico ha escrito que la novela de Barclays, el pavo real henchido de gozo, le ha parecido “divertida y convincente”. Vamos bien, vamos bien, ha pensado Barclays, al leer esos elogios, temeroso de las objeciones avinagradas que suele publicar dicho crítico. Más adelante, matizando el elogio, ha opinado que la novela es “imperfecta, ligera” y entonces Barclays se ha sentido abatido, descorazonado, y ha pensado: ¡Qué lindo hubiera sido que el crítico escribiera que la novela es “perfecta, profunda”, o “casi perfecta y profunda”! Pero así cayeron los dados, ha pensado, y habrá que vivir con “imperfecta y ligera”. Al final, sin embargo, el crítico celebró “las alturas humorísticas” de la novela y concluyó que es una obra “entretenida hasta el tuétano”. No está mal, pensó Barclays, al parecer aprobé el examen. El crítico le otorgó 3.5 estrellas sobre 5 estrellas como máximo. Herido en su orgullo, Barclays pensó: ¡Qué te costaba regalarme media estrellita más, joder! Pero 3.5 no está tan mal, tratándose de ese crítico asaz severo, que le puso 1.5 a la anterior novela de Barclays, publicada hace cinco años. Vamos mejorando, vamos subiendo, pensó Barclays.

Quizás la reseña más inteligente que ha leído Barclays estos días ha sido la de un crítico sumamente respetado y temido, publicada en el diario El Confidencial de España. Ese novelista y cuentista de considerable talento y viva inteligencia, que a veces escribe mejor que Bolaño, opinó que Barclays “ha salido airoso de su arriesgada novela”. Más adelante, sentenció: “Es un libro estupendo, y la imagen final que recibimos de Vargas Llosa, García Márquez o Carmen Balcells, entrañable y fascinante”. ¡Carajo, por fin un gran elogio!, ha saltado Barclays en su estudio, poseído por las fiebres malsanas de la vanidad. Luego ha leído otra alabanza de ese crítico: “Encontramos un libro dichosamente fabricado… un libro cómico, amoroso, también histórico”. Siendo ese novelista y cuentista el más severo de todos los críticos que han perdido el tiempo leyendo “Los genios”, Barclays se ha sentido jubiloso, eufórico, y ha corrido a leerle el artículo a su esposa Silvia, quien lo ha mirado con ternura y la he dicho: ¿Has tomado tus pastillas para dormir? Silvia ha leído la novela en dos semanas y, al terminarla, le ha dicho a Barclays, con cierto aire de pesadumbre o aburrimiento: Casi todo lo que has escrito ya me lo habías contado. Punto en contra, pensó Barclays, resignado a la mirada alemana de su esposa.

Así las cosas, Barclays, que ha firmado y obsequiado la novela a su madre, a sus hermanos, a sus tíos, a sus primos, se pregunta, aterrado: ¿La leerán? ¿Me escribirán? ¿Me dirán algo? ¿O les parecerá un tostón, un plomazo, un agujero negro, y pasarán de ella, y no me dirán una palabra? Porque Barclays lleva treinta años publicando novelas, ha publicado dieciséis novelas en España y América, es decir una media de una novela cada dos años, y sin embargo es, o sigue siendo, un escritor clandestino en su propia familia, un escritor afantasmado o fantasmagórico, un escritor al que nadie lee en su familia cercana, ni en su familia extendida, ni en su familia exiliada. Tal vez porque sus primeras novelas vampirizaron a la familia, saquearon los tesoros que yacían en el subsuelo del honor de la familia, a Barclays no lo han leído nunca sus padres, sus hermanos, sus tíos ni sus primos, y si lo han leído ha sido a hurtadillas, como haciéndose una paja, y no le han dicho nada, no le han celebrado el libro, aunque tampoco se lo han criticado, simplemente lo han ignorado.

Esta vez, sin embargo, la novela no bucea en el mar de la familia, no pesca los peces coloridos de la familia, no dispara arpones contra los tiburones de la familia, y por eso Barclays se ha sentido cómodo repartiéndola como vendedor de biblias en su familia religiosa, puritana. Pero ha pasado una semana, han pasado dos semanas, van pasando tres semanas, y de momento, silencio hermético, mutismo monacal, aquí no pasa nada, el libro no existe, es translúcido, transparente. Y entonces Barclays se pregunta: ¿Seguiré queriendo a mis hermanos si no leen la novela y no me dicen nada sobre ella? A despecho de su vanidad, sí, los seguirá queriendo, pero, en represalia, no les regalará nada por Navidad.

Lo que lleva a Barclays a la siguiente pregunta o reflexión quemante: Si a una persona no le gusta mi libro, le parece un libro espantoso o asqueroso, un libro mediocre o despreciable, ¿podemos ser amigos? La respuesta honesta parecería ser: No, ni a cojones. Porque, piensa Barclays, si lees esta novela, o cualquiera de mis novelas, estás conversando con su autor, estás conversando conmigo mismo. Y cuando yo lleve años ya muerto, el lector todavía podrá conversar conmigo, como yo puedo conversar con Bolaño y con Javier Marías, leyéndolos. Barclays razona, parapetado tras el muro de su desmesurada soberbia: Si un amigo lee este libro y piensa que es mediocre o despreciable, entonces no podemos seguir siendo amigos, es el fin de la amistad. Porque mi libro es una prolongación de mi cabeza y mi corazón, una parte viva de mi cuerpo, una extremidad sensible de mi organismo. Si lo rechazas, si lo desprecias, estás amputando o mutilando esa parte de mí, esa zona viva de mi identidad, ese bolsón sicalíptico donde cargo las ideas y los sueños, la inventiva maliciosa y la afiebrada imaginación.

Por eso, Barclays, a pesar de las críticas en tono más o menos positivo, está preocupado, hondamente preocupado: porque nadie en su familia desea leer su novela, y porque ninguno de sus amigos, veinte o treinta, a quienes ha enviado la novela firmada, da señales de vida, reporta haberla leído, la encomia o la censura, salvo uno, un periodista e historiador, amigo de la universidad, que escribió en su leída columna del diario Perú21 que la novela le había parecido “muy entretenida” y le recordaba a las ficciones de Bryce Echenique. El problema es que Barclays y Bryce están peleados porque Bryce dijo cosas horribles de la esposa de Barclays, pero esa es otra historia. ¿Leerán la más reciente novela de Barclays sus amigos de toda la vida, a quienes el escritor ha despachado la novela firmada con genuino afecto? Y si la leen, ¿disfrutarán de ella, sentirán algo parecido al deleite, al regocijo, al placer? ¿O se aburrirán y la dejarán en la página treinta? ¿O, incluso si la leen con fruición, no le escribirán un correo a Barclays, no le dirán nada? Pero, por otra parte, ¿acaso Barclays ha sido un buen amigo de ellos? No: no sabe sus cumpleaños, no los saluda en sus aniversarios ni en Navidades, nunca les escribe un correo afectuoso, no los ve hace años. Entonces, si Barclays es un amigo tan distante y ensimismado, tan mezquino y egoísta, ¿por qué esos amigos digamos históricos debieran deshacerse en elogios a él y su novela? ¿No es desigual la amistad que Barclays les ofrece? ¿No se ha ganado el silencio de esos amigos o examigos?

Un amigo del colegio, columnista de prensa que escribe como los dioses, le ha escrito un correo a Barclays, tras leer su novela: “Tuve la sensación de estar siendo testigo de uno de esos actos donde el domador abre las fauces del león y mete la cabeza ante el pavor del público: tienes unos nervios de acero”. Barclays ha sentido un ramalazo de alegría porque admira a ese escritor y lo considera el mejor de su generación. Enseguida, sin embargo, ha pensado, siempre tan insoportable, tan envanecido: El problema es que esas cosas me las dice en privado, solo en privado, pero no las dirá en público, en su columna.

Por último, Barclays se dice a sí mismo, en modo guerrero: Vargas Llosa, antes de que saliera mi novela, antes de haberla leído, escupió vitriolo sobre ella en el diario El País de España: “Es un montón de mentiras, un libro horrible”. Pero las novelas, faltaba más, son un montón de mentiras, solo que ellas, piensa Barclays, deben ser creíbles, verosímiles, persuasivas. A pesar de que Vargas Llosa, en otro arrebato matonesco, tan típico de él, le asestó un puñetazo verbal a la novela de Barclays y, coludido con su agente malaleche, quiso sabotearla o boicotearla, rebajarla y desdeñarla, por lo visto “Los genios” se defiende sola y se abre paso entre la crítica y los lectores.

26 pensamientos acerca de “Un montón de mentiras

  1. Froy

    Querido Jaime, sin haberlo leído, presiento que es una obra literaria ejemplar. El silencio de algunos, quizás sea en razón a la envidia. Tu eres un grande, los que te admiramos somos muchos, leí varios libros tuyos, me encantan. Escribir los genios, sobre dos Nobel de la literatura no es poca cosa, crítica habrá. Cuando sea traducido a otros idiomas veras el éxito, lo brillante que eres. Tranquilo. Saludos.

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  2. Jorge

    El silencio es la ausencia de sonidos, pero en el ámbito comunicacional, significa abstención de hablar; aunque el tema es mucho más complejo, pues, el silencio entre otros conceptos ocupa de extremo a extremo los binomios de lo bueno o lo malo; lo liberador o lo opresor; la paz o la tensión; la seguridad o la inseguridad y las personas por alguna situación se inclinan por algunas de ellas.

    Querido Jaime, no he tenido tu obra de Los Genios por razones que no vienen al caso; pero el hecho que tú seas el autor de las emociones, peripecias e ingenios que exaltan el espíritu de tus lectores, no tengo dudas que los Genios va a ser un éxito mundial, pues hay testimonios de algunos comentaristas que así ya lo confirman. Congratulaciones a toda tu audiencia que va a asistir a la presentación de Los Genios en Barcelona para que le firmes a sus libros.

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  3. Carolina

    Gracias Jaime, hace mucho que no leía un libro de un tirón. Me encanta cómo construyes a los personajes y era como escucharlos realmente. A veces la crítica y los pseudo especialistas son mezquinos, tú sigue escribiendo lo que te sale de las entrañas porque es lo tuyo, naciste para escribir.

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  4. William Mego

    Voy por la pagina 7algo, me divierto mucho leyendola, me gustó visualizar a Joaquin Sabina con su voz aguardientosa aplaudido a rabiar por García marquez en un bar londinense y me he cag…do de risa cuando el perro de Bryece le arrancó un huevo alvarito … con tu novela he vuelto a la lectura después de haberle dejado ganar terreno al WhatsApp, reels y youtube en mi tiempo libre por muchos años, gracias por eso.

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    1. Beatriz Lopez

      Gracias por el comentario, estoy ansiosa por que me llegue esta novela que igualmente pedí con anticipación. Soy una admiradora de nuestro gran Jaime Bayly.

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  5. Facundo Ramirez

    Sigo leyendo la novela y apenas la termine espero poder hacer una reflexión y opinión en mi pequeña y modesta página de Instagram sobre escritura.

    En mi opinión, me ha maravillado, es una novela que me ha jalado bastante el ojo desde una perspectiva un tanto ignorante (Porque desconocía la pelea entre Gabo y Vargas Llosa), como se construye una historia de verdad con diferentes aristas, como tu narrativa lleva la historia hacia donde quiere llegar, los eventos se desembocan hacia el mismo punto es una historia que me encanto siendo tu más reciente novela.

    Yo te sigo desde hacia poco más de un año empezando a leer “No se lo digas a Nadie” una novela que me motivó a escribir también (En un tono un poco egocéntrico puesto a que no soy escritor, no he publicado nada aun) y pues esta es una prueba realmente palpable de que es una gran historia, pero que el morbo, la farándula y las habladurías suelen tergiversar y al final opacar lo que esta última novela es: Una gran historia.

    Muchas gracias Jaime Bayly,

    Saludos,
    Facundo Ramirez

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  6. Helem

    Mi esposo me regaló Los Genios, porque sabe que soy tu gran admiradora. Llevo a penas 20 páginas leídas y hasta ahora a causado alegría a mi alma triste. Espero que cuando vengas a la feria del libro en lima me la puedas firmar, y ahí te daré mi opinión, que hasta el momento es buena.

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  7. Bethy Michaud

    No te preocupes, tus mentiras son fascinantes. Y tus relatos siempre arrancan una sonrisa o carcajada . Vargas Llosa es el personaje menos divertido y égocentrico en la vida como en tu novela pero con tus mentiras lo elevas en humanidad y sensibilidad, y ese celebre puñetazo se vuelve una lucha de titanes como en el Olimpo.
    No te preocupes Barclay con está novela tu égo sera bien servido!!!

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  8. Ever Gálvez

    Los que te leemos siempre, sabemos que tienes un estilo único y no es para cualquiera. Nosotros orgullosos y felices de cada libro que publicas, Jaime.

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    1. Walter Julio

      Qué pasó Barclays? Te dá miedo lo que dicen otras personas? Tú escribes para todo el populorum, donde me incluyo. Los Genios siguen bien y están más vivos que nunca. Abrazos.

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  9. Giu

    Yo si te doy el 5 querido Jaime. Me encantó Los Genios, es una novela entretenida, como todo lo que escribes, pero además es histórica, refleja al Vargas Llosa joven, admirador de Fidel Castro, su desilusión del comunismo, sus pasiones, su gran generosidad y su ya sabida capacidad para guardar rencor por largo tiempo, me encanta la admiración y gran amistad que tuvo con García Marquez y luego la separación y el famoso puñete. Todo descrito con una prosa genial que te engancha y te hace muy difícil dejar el libro hasta terminarlo. Un exitazo Los Genios

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  10. Jueves

    Vanidad de vanidades, dijo el Predicador, todo vanidad.
    Y cuanto más sabio fué el Predicador, tanto más enseñó sabiduría al pueblo; é hizo escuchar, é hizo escudriñar, y compuso muchos proverbios.
    Procuró el Predicador hallar palabras agradables, y escritura recta, palabras de verdad.
    Las palabras de los sabios son como aguijones; y como clavos hincados, las de los maestros de las congregaciones, dadas por un Pastor.
    Ahora, hijo mío, á más de esto, sé avisado. No hay fin de hacer muchos libros; y el mucho estudio aflicción es de la carne.

    Pero tu eres vanidoso y tambien secretamente sabio porque tus palabras si son aguijones lol – bien Jaime, vas en buen camino 🙂

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  11. Alex pekation

    No voy a leer ninguna crítica ponsoñosa hasta leerla yo mismo. Voy a la novela con la mente en blanco, o en este caso con un puñetazo en el ojo

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  12. Enrique

    A mí la novela me gustó, la leí con ferocidad y le hice una reseña en YouTube nada complaciente, por supuesto no soy un crítico de la talla de C ni de Y. No la encontré perfecta, pero me pareció que hacía muchos años que no te leía momentos tan extraordinarios.
    ¡Nos vemos en Barcelona!

    Un abrazo,
    Enrique

    https://youtu.be/inyEHJitpfw

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comentarios

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