AutorJaime Bayly

La vida secreta de un escritor

L

Barclays contrató a un enano libidinoso para que le depilase los vellos púbicos mientras él escribía sus textos delirantes. El enano se negó a usar una tijera, una hoja de afeitar o la cera de la esposa de Barclays. Su técnica de depilación consistía en arrancar los vellos con sus dientes, a mordiscos. Era doloroso para el escritor. Tuvo que despedirlo. El enano lujurioso lloró. Quedaron en tomar...

Anoche soñé con Shakira

A

Anoche soñé con Shakira. Desperté sobresaltado a las seis de la mañana y ya no podía volver a dormir: necesitaba escribir el sueño o la fiebre o el delirio que había tenido con ella. No era la primera vez que soñaba con Shakira, la diosa invicta, la bella mariposa inmortal. Estaba enamorado de ella desde que la conocí (y habían pasado tantos años). La conocí cuando vino a Miami y no sabía hablar...

Cómo enterrar un caballo

C

Por perezoso o miedoso, por prudente o paranoico, Barclays ha sido siempre fiel a sus parejas. Ha tenido numerosas oportunidades para ser infiel, para desbarrancarse por el abismo de las trampas y las traiciones, pero ha preferido dar un paso atrás y no sucumbir a la tentación de poseer clandestinamente un cuerpo prohibido. Sería un error pensar que Barclays es un individuo moralmente virtuoso...

Nadie se ríe

N

Una mujer uniformada camina por el aeropuerto de Roma, jalando la maleta rodante de Barclays. Detrás de ella, resoplando, Barclays se arrastra. ¿Por qué se arrastra? Porque está enfermo. ¿Qué tiene? No lo sabe. Ha enfermado en Roma. Respira a duras penas. -Voy a morir de un infarto en Roma, como el actor James Gandolfini -piensa. Al pasar el detector de metales, la alarma suena. Le piden a...

Roma

R

Roma me recuerda a un hombre que vive exhibiendo a los visitantes el cadáver de su abuela: el New York Times le atribuía la frase a James Joyce. Leyendo ese periódico, Barclays pensó: -Debemos ir a Roma a pasar las fiestas. Cuando pensaba en plural, pensaba en su esposa Silvia y su hija Sol. Sus hijas mayores no irían con él ni a la bodega de la esquina. Pasarían las fiestas con su madre, con el...

El hacedor de la lluvia

E

    A medianoche, tendidos en la cama, viendo sus tabletas electrónicas, Barclays le dijo a su esposa Silvia: -Me voy a ver la final del mundial. Ella lo miró sorprendida y preguntó: -¿Te vas a Qatar? -No -dijo él-. Me voy a Buenos Aires. Silvia sonrió con un aire levemente burlón y enseguida preguntó: -¿Pero la final no se juega en Qatar? -Sí, claro -dijo él-. Pero a Qatar no voy ni...

Tiempo suplementario

T

    Para celebrar el triunfo argentino ante la selección croata en el mundial de fútbol, exhausto y sin voz de tanto gritar, Barclays resolvió entonarse con una pastilla de Viagra para jugar esa misma noche un partido aparte con su esposa Silvia. Sin embargo, al volver a casa tras su programa de televisión, ya vestido con ropa de dormir, listo para disputar el gran partido erótico...

Harry Styles durmió en mi cama

H

Después de pasar unos días felices en Santiago, los Barclays volvían a casa en Miami. Era un domingo a las diez de la noche. El chofer del hotel los dejó media hora más tarde en el aeropuerto. Tras pasar los controles migratorios, se instalaron en el salón de espera de la aerolínea chilena. Entonces Silvia Barclays le dijo a su esposo: -He olvidado mi cartera en el hotel. Barclays se sobresaltó...

Lisiado del alma

L

Llegar al aeropuerto de Santiago un miércoles a las siete de la mañana puede ser un error capital. Barclays, su esposa Silvia y su hija Sol ignoraban ese pequeño detalle. Tras descender del avión procedente de Miami y caminar kilómetros por pasillos que parecían infinitos, tras arrastrar sus zapatos y avanzar a paso cansino, llegaron por fin a una gigantesca cola humana, un entrevero zigzagueante...

Somos unos mediocres

S

El vuelo a Santiago despegó con un mínimo retraso. La atención de la aerolínea chilena era exquisita y la comida, estupenda. Barclays leía los periódicos en papel. Su esposa Silvia veía una película. La hija de ambos, Sol, once años, dormía en posición fetal, tan larga y espigada como era, debajo del plumón. No habían sido días fáciles para la niña Sol Barclays. El sábado su madre Silvia la llevó...

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