Categoríacolumna

Voy a reventar de un infarto

V

Mi familia me ha invitado a una fiesta en un hotel de Nueva York. Tengo pavor de asistir. Estoy demasiado gordo. Me temo que los guardias de seguridad no me dejarán entrar. Dirán: este gordo mal peinado seguramente es un ilegal. Luego me arrestarán y deportarán. Me he puesto a dieta para que me dejen entrar a la fiesta de mi familia. Tengo apenas tres semanas para adelgazar. Me he prohibido comer...

Esos polvos satánicos

E

No me enorgullece recordar que me rebajé al deshonor de ser adicto a la cocaína durante cuatro años que pudieron costarme la vida. Cuando me han preguntado cómo dejé de aspirarla, cuando yo mismo he recordado en qué circunstancias me liberé de aquella dependencia, he respondido la verdad: no me sometí a ninguna terapia de desintoxicación ni tratamiento médico para regenerarme, lo que me salvó fue...

Las fiebres del amor a escondidas

L

Las relaciones eróticas entre mi exesposa y yo mejoraron después de divorciarnos. Durante los años en que estuvimos casados y tuvimos dos hijas, nos consumía una pasión culposa, atormentada: ella quería olvidar a su exnovio francés, médico cirujano, quien le escribía cartas incendiadas del más impuro deseo, y yo extrañaba tanto a un amante de mi primera, confundida juventud, que a veces, después...

Es otoño en el corazón

E

Ha llegado el otoño. Salgo de casa a las siete de la tarde y ya ha oscurecido. Es un alivio manejar de noche hasta el canal de televisión. Durante la primavera y el verano, los rayos solares previos al crepúsculo me aturdían y a ratos enceguecían, mientras conducía al estudio, lastrado por el tráfico, turbado por las lluvias. Siempre me ha gustado el otoño, más ahora que tengo una edad otoñal. No...

Ha ocurrido un milagro

H

Mi exesposa llevaba muchos años divorciada de mí cuando le pidió a mi madre que le regalase una casa: -Su hijo me ha hecho sufrir mucho, señora -le dijo, visitando a mi madre en su casa. La casona señorial de mi madre era la más extensa del barrio, pues había comprado las propiedades vecinas y las había convertido en jardines. -Necesito una casa bonita, por aquí cerca, para recuperarme de todo lo...

Monja y poeta

M

Estos días lluviosos de septiembre, veinte días consecutivos lloviendo todos los días, mi hermana monja y poeta hubiera cumplido sesenta y tres años. No hemos podido celebrar su aniversario con ella porque murió hace tres años, meses antes de cumplir sesenta, una edad temprana para morir. No murió de causas naturales, la mató un chofer que conducía a alta velocidad, atropellándola cuando ella...

Rojos y mariquitas

R

A mi casa no entran rojos ni mariquitas, decía mi padre. Levantando la voz, bebiendo licores recios, fumando cigarrillos y a veces pipas, limpiando sus armas de fuego, dirigía una mirada turbia a mi madre y le decía: A esta casa no van a entrar tu hermano el comunista y tu hermano del otro equipo. Temerosa de las iras volcánicas de su esposo, mi madre obedecía en silencio. Los fines de semana mi...

No todos los perros tienen la misma suerte

N

Yo odiaba ir a la playa. Éramos tantos hermanos, diez en total, que no cabíamos en una sola camioneta. La playa nos quedaba lejos, a hora y media desde la casa en el campo. Todos los domingos del verano, mi padre, ese señor que siempre estaba molesto conmigo, anunciaba que nos íbamos a la playa. No era una sugerencia, era una orden. Mi padre manejaba una camioneta grande, acompañado de sus hijos...

He visto a todos caer

H

El mes ha terminado, el verano no ha terminado, mi hija ha regresado al colegio y el canal de televisión no me ha pagado. Debo ser paciente, debo ser humilde, debo comprender que el canal está en serios problemas financieros. Ya me pagarán más adelante, si acaso me pagan. No quiero renunciar, no todavía. Soy tan mediocre que prefiero que me despidan. Cuando deje de hacer televisión, prefiero...

La mala racha

L

Debí suponer que los días venían torcidos cuando el jefe del canal de televisión donde trabajo hace veinte años me comunicó que este mes me pagaría la mitad. El mes está por terminar y todavía no me ha pagado. Debí sospechar que los dioses del azar me habían dado la espalda cuando encendí la camioneta para dirigirme al canal y una pestilencia de animal muerto, en descomposición, salió de los...