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No me despierten antes del mediodía

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    Debo de ser el hombre más perezoso del mundo, piensa Barclays, sin un átomo de culpa, orgulloso de sí mismo. Un día tranquilo y feliz comienza para Barclays a las dos de la tarde, hora en que despierta a regañadientes, se despoja de su ropa para dormir (numerosas prendas de cachemira y zapatos negros, pues duerme con medias gruesas y zapatos), se viste siempre de azul y baja a la...

Me rendí

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      Debería estar presentándome en la feria del libro de una ciudad lejana, exhibiéndome en ella, firmando ejemplares de mis novelas, fingiendo entusiasmo, pero estoy en casa, en la isla, en pijama, a seis horas en avión de aquella ciudad distante, melancólica. Debería estar aliviado por no haber viajado a medianoche. No lo estoy. Me torturan la culpa y el remordimiento por no...

Todos los semáforos en rojo

T

      Recién llegado desde Madrid, Barclays le dijo a su esposa que estaba cansado de viajar tanto y necesitaba al menos tres semanas tranquilas, en casa, sin padecer las colas de los aeropuertos ni subirse a unos aviones donde probablemente se contaminaría de alguna infección respiratoria que lo dejaría diezmado y tosiendo. Ha pasado apenas una semana de las tres que Barclays se...

El barrio rojo

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    El conserje del hotel en Ámsterdam, David, todo un caballero, nos sugirió que visitásemos el barrio rojo por la tarde y no por la noche: -Hay mucha gente de noche y es peligroso -dijo. Le pregunté si al final de la tarde habría ya algunas prostitutas exhibiéndose detrás de los cristales, apenas iluminadas por unas luces rojizas. Nos aseguró que algunas comenzaban a trabajar a las...

Todas las patrias

T

      A punto estuvimos de perder el vuelo a Madrid. Era el 4 de julio, día de la independencia, y los patriotas, tan impacientes por salir de casa para vociferar su nacionalismo, tan recios para soportar sin quejarse un calor de cuarenta grados centígrados, tan necios para vestirse con la bandera patria, se confabularon en un desfile a mediodía, cuando el asfalto ardía. Peores que...

El inútil de la familia

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    De pronto Barclays se siente atacado por una suma de infortunios que, a sus ojos, constituyen una crisis: el editor de su programa de televisión se va de vacaciones a Cancún (y no hay otro editor en el canal que pueda sustituirlo, porque simplemente no hay otro editor en el canal); la empleada doméstica viaja una semana a descansar con su madre en Punta Cana (a descansar no tanto de...

No soy tan esnob

N

      Después de pasar el día en la playa, leyendo poesía, bebiendo champaña, atendida por los camareros de un hotel cercano a su casa, Silvia Barclays dejó unas propinas generosas y se retiró manejando su camioneta azul de fabricación alemana, seis años de uso, treinta mil millas recorridas. Al acercarse a la avenida principal, se distrajo, desvió la mirada a su celular, comenzó a...

Una rara, lánguida flor

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    Cierta fama tardía, otoñal, persigue a Barclays en su periplo europeo. Personas que hablan la noble lengua española desean conocerlo, retratarse con él y darle regalos. Lo ven regularmente en las apariciones diarias que, fatigando la vanidad, relatando las minucias de su intimidad, hace en las plataformas digitales, ya no en la televisión, ese artilugio del pasado. Lo quieren, lo...

Estoy quebrado

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    Estoy quebrado. Estoy durmiendo en la calle. Estoy pasando hambre. Por favor ayúdame. Barclays continuó leyendo el correo electrónico de su amigo Javier Angulo: Solo te pido mil dólares. Si no me ayudas, mi vida tendrá un final muy triste. Barclays sintió una angustia y un dolor crecientes. Pensó: Si no le mando plata, se matará. Y si se mata, yo tendré la culpa. Y cargaré con esa...

El coito y la culpa

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    El magnate inmobiliario Donaldo y la actriz de videos pornográficos Estefanía se conocen en un torneo de golf. Donaldo, quien dobla en edad a Estefanía, está solo, pues su esposa Melania, embarazada, se ha quedado en la casa de verano de la pareja, en la otra costa. Donaldo invita a Estefanía a su suite. Con apenas veintiséis años, acostumbrada a follar con hombres a los que acaba...

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