Barcelona, no Madrid, no Lima ciertamente, es la ciudad que me hizo un escritor, hace veinticinco años. Yo vivía en Georgetown, Washington DC, allá por noviembre de 1993. Llevaba años, desde 1990, escribiendo a mano, en un cuaderno, que luego fueron varios cuadernos, mi primera novela, “No se lo digas a nadie”. Después de la derrota política de Vargas Llosa y del golpe de Fujimori, no quería...
Ella no vendrá más
Todas las noches vienen al estudio de televisión un puñado de personas que, sentadas en el plató, me acompañan durante la emisión del programa, que dura hora y media y se propala en vivo y en directo. Muchas de esas personas no viven en Miami, vienen de otras ciudades de los Estados Unidos, de Canadá, de países de América Latina, principalmente Venezuela y Colombia. A veces, aunque parezca...
Llegas al paraíso y no paras de toser
Escribo estas líneas desde el paraíso. Estoy sentado en una villa privada. Contemplo las aguas quietas de la piscina en la que nos bañamos anoche, la arena fría que parece traída de la superficie lunar, el mar turquesa, manso, apacible, que, en apariencia, no sabe de olas ni peligros. Allá lejos, millas mar adentro, el océano se recorta en el horizonte y se fusiona con un cielo diáfano, preñado...
El origen de mi vida
UNO. Mi abuelo Bayly tenía treinta años cuando estalló la segunda gran guerra europea. Poseía la nacionalidad británica. Debía combatir por su país. Tuvo el buen juicio de renunciar a la nacionalidad británica. Se exoneró de ir a morir en el campo de batalla. De haberse enlistado, probablemente habría perdido la vida. Yo no existiría. Su prudencia, su aversión a la violencia, nos salvó la vida a...
La primera vez
Tenía quince años recién cumplidos. Cursaba el cuarto año de secundaria en un colegio religioso. Vivía en casa de mis abuelos maternos. Mi abuelo, un rico hacendado, había sido despojado de sus tierras por un dictador militar. Mi abuela, una señora de alta sociedad, tenía predilección por los juegos de naipes. Después del colegio, me cambiaba el odioso uniforme, tomaba un colectivo y me dirigía...
En el cielo, sin estar muerto
Hace once años, en octubre de 2007, más exactamente el domingo 7 de octubre de 2007, siempre el 7 mi número de suerte, conocí a Silvia, el gran amor de mi vida. Ocurrió en los estudios de un programa de televisión que hacía en Lima, “El Francotirador”, que se emitía los domingos a las diez de la noche, en vivo, por el canal 2, un programa que supo durar cinco largos años y ser bastante exitoso...
Una pareja va al cine y, de pronto, pelea
Mi mujer y yo nunca peleamos. Nos llevamos realmente bien. Hasta que la otra noche peleamos. Como todos los fines de semana, habíamos ido al cine, a unas salas modernas, con asientos anchos, reclinables, y carta de comida y bebidas para pedir lo que uno quisiera durante la película. Antes habíamos cenado en un restaurante japonés. Mi mujer tomó dos copas de vino tinto. Yo no bebo alcohol, tengo...
Un antiguo amor por Buenos Aires
Llevaba más de un año sin visitar Buenos Aires, y me parecía un crimen. No tenía razones para ir a esa ciudad tan lejos de casa: nadie me esperaba, no estaba lanzando un libro, carecía de agenda, no me quedaban amantes ni amigos en aquella ciudad. Mi esposa no quería acompañarme, decía que el vuelo de nueve horas sería una paliza que prefería ahorrarse, me deseaba suerte en la aventura. Era...
Mi hijo lujurioso
Era la una y media de la mañana. Nuestra hija dormía en su cuarto. El perrito estaba tendido en el piso, durmiendo en apariencia profundamente. Había elegido un lugar donde recibiese el soplo frío del aire acondicionado. Afuera seguía haciendo un calor infernal. Miami tiene dos estaciones todo el año: calor y mucho calor. Ahora mismo estamos en la segunda. Suele prolongarse hasta noviembre. Mi...
El rencor es una fruta que se pudre lentamente
Nunca sé si mis hijas me escriben porque me extrañan y quieren verme, o porque necesitan dinero y desean que las ayude económicamente. Aunque ya se han graduado de la universidad, son profesionales de éxito y tienen trabajos muy bien remunerados, y a pesar de que ya no estoy obligado a sostenerlas económicamente, las quiero tanto que estoy dispuesto a darles dinero, todo el que me pidan, hasta el...