Barclays tenía dos tíos a los que no veía hacía muchos años, tantos como trece: Peter Barclays y William Barclays. Los vio por última vez en el sepelio de su padre, hermano mayor de ambos, a quienes desdeñaba por igual: a Peter lo llamaba “Tontín” y a William le decía “Chiquitín”. Curiosamente, aunque estaban en los funerales de su hermano, tanto Peter como William sonreían a sus anchas, como si...
El amigo de mi padre
Pocas semanas antes de que estallaran los disturbios callejeros en Santiago de Chile, agitados por turbas de vándalos enmascarados quemando estaciones del metro y saqueando comercios ante la abulia de los cuerpos policiales que habían recibido la orden de no reprimirlos, Barclays, escritor fracasado, escritor itinerante, escritor porfiado a fin de cuentas, viajó a esa ciudad con los vastos...
La maleta escondida
La esposa de Barclays, Silvana, regresó del gimnasio y sentenció: -Tenemos que cambiar las alfombras de mi cuarto. Son un asco. Renuente a toda reforma doméstica o redecoración de la casa, enemigo de que personas extrañas entrasen en aquella casa donde había sido tan feliz, Barclays preguntó: -¿No podemos lavarlas? -No -afirmó Silvana-. Quiero cambiarlas. Como la casa de Barclays era una satrapía...
¿Qué esperas para besarme?
El inefable Barclays, estrellita presumida de la televisión, conoció a Shakira, cantante colombiana de formidable talento, hace veinticinco años. Barclays ya era famoso por su programa de entrevistas que se emitía desde Miami para las televisiones de América. Era delgado, tímido, esmirriado, los ojos achinados, cubiertos bajo un flequillo copioso que parecía una palmera, y acababa de publicar una...
La guerra de los Barclays
Cuando Barclays tenía veinte años, ganaba tanto dinero en la televisión, donde se exhibía como una estrella narcisista, torturando minuciosamente a los políticos con entrevistas punzantes, que se daba el lujo de vivir en el mejor hotel de la ciudad, en la suite presidencial, muy apropiada para sus sueños megalómanos, pues fantaseaba con ser presidente de la nación o dictador vitalicio, manejaba...
La codicia es una planta trepadora que no muere
Cuando la señora Dorita Lerner viuda de Barclays cumplió ochenta años, repartió la mitad de su fortuna entre sus hijos. Ahora se arrepiente de haber sido tan generosa. Temerosos de que viviera hasta los cien años o más, pues gozaba de estupenda salud, sus hijos la presionaron obstinadamente, majaderamente, para que les donase la mitad de su fortuna, heredada de su familia, dueña de minas, y ella...
La novia y el cubano
Faltando dos semanas para casarse ante las leyes de los hombres y ante las más severas leyes de Dios, Julia, que era atea, pero deseaba complacer a su novio, que era creyente, sufrió un repentino ataque de nervios y viajó sola a Miami, con la intención de entregarse a unas compras de último minuto y la certeza o la esperanza de que esos días de compras la calmarían. Su novio, Raúl, se ofreció a...
Los regalos envenenados
De regreso en su apartamento, tras cenar en casa de su madre, Barclays y su esposa escudriñan con espíritu crítico los regalos navideños que han recibido. En tono quejumbroso o burlón, la mirada crecientemente desdeñosa, desatada la lengua viperina, Barclays, el hermano mayor, examina los regalos que ha recibido de su madre y sus hermanos: dos libros religiosos escritos por el fundador del Opus...
La fiesta de los impíos
No ha sido fácil para Barclays y su esposa decidir que pasarían las fiestas navideñas en la ciudad en que nacieron. Ambos son individuos solitarios, ensimismados, que ven a la familia como una amenaza, una emboscada o una guerra de guerrillas de la que saldrán malheridos. Si bien quieren a sus familias, no necesariamente desean verlas a menudo, y menos en circunstancias navideñas, cuando la...
La venganza de Espinosa
-Tenemos que rebajarte el sueldo a la mitad. El dueño del canal de televisión, arrellanado en una poltrona, fumando un habano, alisándose el bigote con las manos, prosiguió con las malas noticias: -El canal está endeudado. Las ventas han bajado. Los acreedores nos exigen bajar los costos a la mitad. Si no lo hacemos, nos quitarán el canal. El dueño de la televisora parecía preocupado, pero no...