para Doris Mary Letts, pese a Doris Mary Letts Hija de un hacendado próspero y una señora aficionada a los juegos de naipes que ya había parido cuatro hijos, mi madre nació el día en que la Alemania de Hitler invadió Dinamarca y Noruega. La llamaron Doris Mary. Yo creía que sus padres eligieron esos nombres inspirados por la actriz y cantante Doris Day. No fue así. Ese año...
Aquel verano inolvidable
Mi vida cambió para siempre cuando, a un mes de cumplir dieciséis años, durante las vacaciones escolares del verano, conseguí, gracias a mi madre, mi primer trabajo, y acaso el que acabaría siendo el último de mis trabajos: ser periodista, un oficio que, si te apasionaba, lo sería para toda la vida, un oficio al que no podrías renunciar. No hice ningún mérito para conseguir, todavía...
Yo nací para ser millonaria
A mi hermana el dinero la enloquece desde niña. Por eso ahora está quebrada. Me duele profundamente que esté quebrada. Siento que debería ayudarla. Pero temo que, si la ayudo, quebraré yo también. Cuando era niña, no le interesaban los estudios. Rendía pobremente en el colegio alemán. Sacaba malas calificaciones. Su obsesión era el dinero. Cultivaba con temprana astucia dos relaciones...
Un rehén de la televisión
Entonces vuelven de la pausa comercial de tres minutos y Barclays anuncia un video del dictador venezolano Maduro diciendo que el presidente ecuatoriano Noboa es tan débil de carácter que hasta le pide permiso al embajador de Estados Unidos en su país cuando necesita ir al baño. Barclays mira al monitor y espera a que aparezca el video que acaba de anunciar, pero no aparece, no lo lanzan...
El cuaderno negro del rencor
Si una endiablada habilidad posee Barclays, es la de pelearse con medio mundo. Por eso casi no tiene amigos. Es un coleccionista de enemigos. Su enemigo más feroz fue su padre, pero está muerto hace casi veinte años. Sin embargo, en sus textos, Barclays sigue peleando con él. Barclays no parece haber nacido para comprender, olvidar los agravios y perdonar. Parece haber nacido para...
Malas artes
Los lectores del diario “El Comercio” de Lima me han concedido dos premios: uno a la mejor novela publicada el año pasado por “Los genios” y otro al mejor programa digital de entretenimiento por mi canal personal de YouTube. Por supuesto, los lectores de dicho centenario periódico se han equivocado: había mejores novelas y mejores programas digitales en ambas categorías. ¿Por qué...
Los zorros y las zorras
Al llegar al aeropuerto de Carrasco en Montevideo, sorprende la primera señal de eficacia y modernidad: una máquina lee el pasaporte azul de los Estados Unidos, reconoce tu rostro y te permite ingresar al país en menos de un minuto, de modo que, siendo estadounidense, es más fácil entrar al Uruguay que a los Estados Unidos, pues no hace falta entregar el pasaporte a un agente uniformado ni...
El paraíso en el coño sur
En vísperas de que nuestra hija cumpla trece años y se convierta oficialmente en una teenager, un período arbitrario que comienza a los trece y termina a los diecinueve años, y aprovechando que su escuela se ha tomado una semana de vacaciones por el receso de la primavera, hemos resuelto pasar unos días en Punta del Este. Celebraremos su cumpleaños en un hotel en el campo, no muy lejos de la...
Yo mismo era el mal clima
Tres años helados sobreviví como un peatón en la capital del imperio en decadencia. Caminaba a solas más de una milla hasta el supermercado y luego metía las compras en una pesada mochila que colgaba a mis espaldas de regreso a casa. Solo usaba los buses del transporte público para ir los fines de semana a los cines al norte de la ciudad. En el barrio donde vivía, no había estaciones del metro...
El joven de la gasolinera
Pasada la medianoche, me desvío de la autopista y detengo mi camioneta en una gasolinera porque uno de los neumáticos delanteros ha perdido aire. Un joven en pantalón corto y zapatillas me ofrece su ayuda, se pone de rodillas, desliza unas monedas en la máquina de aire y consigue inflar la goma en pocos minutos. Le agradezco efusivamente, le doy mi tarjeta, le digo que estoy a sus órdenes y le...