AutorJaime Bayly

El loro procaz

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-Quiero que el loro esté hablando cuando regrese de viaje -dijo Dorita Lerner viuda de Barclays, antes de despedirse de sus empleadas domésticas y dirigirse al aeropuerto de Lima, donde tomaría un vuelo a Madrid. El loro había sido capturado recientemente en los lujuriosos jardines de su casa. Con toda probabilidad, se había escapado de alguna casa vecina, o sus dueños lo habían echado a volar...

El verano soñado

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Nuestra hija Zoe, de ocho años, ha salido de vacaciones de verano en el colegio. Mi esposa y yo fuimos a buscarla a la escuela. Al vernos, corrió con alegría y nos dio un gran abrazo. Se siente liberada. Ya estuvo bueno de tareas. Ha ganado todos los premios y medallas. Se merece unas grandes vacaciones. Tiene diez semanas libres. Volverá a la escuela a finales de agosto. Esas diez semanas de...

Gente que pide favores

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Un hombre bajo, corpulento, venezolano, de formación militar, con cara de bonachón, me cita en un café cercano a mi casa, bajo la promesa de darme información valiosa sobre la dictadura de su país. Bastante renuente, porque no me gusta salir de casa, y menos para hablar de política, algo que ya hago todas las noches en la televisión, voy al café a la hora pactada. Espero que no sea un espía...

El vendedor de ilusiones

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  A menudo nos ocurre con los políticos algo parecido a los que nos pasa con nuestras antiguas parejas. Decepcionados de aquellos, nos preguntamos: ¿cómo pude haber confiado en esa persona? ¿Cómo pude votar por ella? ¿Cómo no me di cuenta de que era una persona deshonesta, tramposa, miserable, ruin? ¿Cómo fui tan ingenuo en apoyarla, tan ciego en no advertir sus defectos? También nos sucede con...

Mi corazón es un volcán

M

Al terminar el almuerzo, en el restaurante donde comemos todos los días, tomo dos tazas de café expreso. Sin ellas, no encuentro bríos para escribir durante la tarde, encerrado a solas en mi escritorio. Un día sin escribir es un día fallido, incompleto, para mí. No siempre me encuentro inspirado. Aun si no me siento en estado de gracia, procuro perseguir y atrapar a las palabras como si fueran...

Cuaderno de bitácora

C

El vuelo de American a Bogotá debía partir a las nueve y media de la noche. Era un sábado contrariado para mí. Había pasado el día arrastrando un dolor de cabeza mortal. Me había saturado de pastillas para aliviar el dolor, sin que lo mitigasen gran cosa. Viajaba solo. Mi mujer declinó acompañarme. Bogotá no se cuenta entre sus ciudades favoritas. Al día siguiente debía presentarme en la feria...

La felicidad sin esfuerzo

L

Era un sábado por la tarde. Estábamos en Lima. Habíamos viajado a esa ciudad para asistir a la boda de María Luisa, una íntima amiga de mi esposa. El clima parecía insuperable: sol radiante, una brisa bienhechora que subía del mar, la prolongación de un verano tibio que se negaba a retirarse del todo. Debido a que estaban construyendo un edificio al lado de nuestro apartamento y los ruidos eran...

La filosofía del suicida

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El suicida se sabe derrotado. Todavía no está destruido, pero sí está derrotado, y sabe que esa derrota es irreversible, inmodificable. Como está derrotado, elige destruirse. Todo suicida es una criatura desesperada, al borde del abismo. Sea por una enfermedad incurable o una ruina económica, por una pena de amor o una deshonra insoportable, el suicida considera que la vida que tiene por delante...

El suicidio de Mozart

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Conocí a Alan García en 1984. Era diputado y candidato presidencial. Tenía apenas 35 años. Yo tenía un programa de televisión. Se llamaba “Conexiones”. Pertenecía a una generación posterior a la de Alan: contaba 19 años. Lo entrevisté en una convención de empresarios. Quedé impresionado por su inteligencia, su elocuencia y su simpatía. Era un mago con las palabras, un hipnotizador. Había nacido...

La goma de mascar

L

Yo podría ser un buen político. Podría ganar unas elecciones. Tengo años de entrenamiento en la televisión como seductor de multitudes. Sé hablar en público, me encanta hacerlo. ¿Por qué entonces no me he atrevido a dar el paso para ser un político profesional? Porque temo que la aventura terminaría mal. Por lo pronto, cuando entras en política y aspiras a un cargo público y luego lo ocupas...

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